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¡Hasta pronto, Bata!

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Damián Batallini deja Argentinos tras 10 años para seguir su carrera en Atlético San Luis de México. Un repaso por su historia.

Damián Batallini siempre fue Bata. Lo fue desde que aprendió a bailar con la pelota tiempo antes de decir sus primeras palabras: todavía no pronunciaba a la perfección su nombre completo y ya practicaba piruetas en las calles de Don Torcuato. Siguió siéndolo algunos años más tarde cuando recaló en Armenio, y también aquellos 12 meses en los que se calzó la camiseta de River. Y, al volver al Tricolor para tener su remake, nada había cambiado.

Batallini fue Bata la tarde en la que su hermano le planteó la idea de probarse con él en Argentinos Juniors. Fue Bata porque así se lo propuso a los 14, dispuesto a ofrecer cualquier sacrificio con el fin de jugar al fútbol. Y cambió las noches largas por buenos descansos para poder estar a las 5.30 en la parada de uno de los tres colectivos que lo guiaban hasta su sueño. «Todo -explicó alguna vez- por un objetivo: llegar a Primera División».

Entonces fue Bata, Damián. Fue Bata en Novena y también en Octava, a pesar de que durante esos dos años debió conformarse con los partidos de Liga. Aprendió a conformarse sin quererlo y a convivir con la idea de resignarse. «Estuve a punto de dejar cuando no jugaba seguido. No tenía más ganas de ir», meditaba cada mañana con la cabeza contra la ventanilla, mientras sus ganas de triunfar empañaban el vidrio.

Pero siguió, Bata. Siguió porque así se lo pidieron sus padres y porque, en algún recóndito lugar de su corazón, descansaba la esperanza de que la historia cambiara. La respuesta llegó al año cuando, ya en Séptima, Raúl Sanzotti lo mandó a la cancha a demostrar lo que tenía. Y, al poco tiempo, Adrián Domenech lo sorprendió con un llamado para notificarle que estaba convocado a la Selección Sub 15. Ahí fue más Bata que nunca.

Fue Bata la tarde del 6 de febrero de 2016 contra Tigre, cuando hizo su presentación en la máxima categoría y dejó enrojecidas las manos de los hinchas, ya extenuados de tanto aplaudirlo pese a algún traspié. Lo fue porque pudo y pudo porque quiso. Quiso y pudo serlo también unas siete fechas más tarde contra Racing en Avellaneda, una noche en la que, todavía con 19 años, convirtió su primer gol en el fútbol grande de la Argentina.

Batallini fue Bata jugando de punta, de volante por izquierda y de lateral por derecha. Fue Bata como volante derecho y también en la última línea para salvar alguna pelota cuando lo ameritaba alguna ocasión. Bata fue uno de los grandes brotes que surgieron en El Semillero del Mundo y un tractor que empujó a Argentinos nuevamente hasta la Primera, de donde nunca debería haberse ido.

Damián fue Bata y no lo supo hasta que las voces de La Paternal se unificaron para corear su nombre. Fue Bata porque se transformó en el ídolo de los chicos y el orgullo de los grandes, en un puño apretado de gol sobre la hora o la mano derecha sobre lo más alto de la frente para disfrutar a lo grande. Lo fue en una corrida maratónica y también en una jugada que lo dejó tendido en el suelo. En Armenio, en River, en el Bicho y pronto en Atlético San Luis. En Argentina, en México o en cualquier parte del planeta, Damián Batallini es Bata para siempre.

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