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Inferiores: Mano a mano con Leandro Marabotto

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A un día de la semifinal ante Vélez, Leandro Marabotto, uno de los pilares de la Octava, describe su perfil. La llegada al club, el desarraigo, el legado de su papá, el sueño de que sus abuelos lo vean jugar y la devoción por Machín. «Me encanta cómo se rompe el corazón», dice.

En las Inferiores no sólo desfilan incontables nombres. Entre cancha y cancha también divagan miles de sueños. Esos que requieren de mucho esfuerzo para florecer. Pero algunos, sin buscarlo, se marchitan antes de tiempo. Y todos esos años de sacrificio se vuelven anecdóticos.

El caso de Rodolfo Marabotto se enmarca entre esos que, desafortunadamente, apagaron la ilusión temprano: una lesión lo obligó a colgar los botines cuando jugaba en la Reserva de Colón de Santa Fe. Sin embargo, logró transmitirle esa pasión a su hijo Leandro quien, con 15 años, es uno de los pilares de la Octava de Argentinos. «Cuando mi papá jugaba me llevaba a la cancha y yo siempre quería la pelota. La seguía a todos lados», cuenta.

De hecho, empezó a incursionar con apenas tres de edad en un club llamado Mascotas, aunque también jugaba al básquet. «A los nueve tuve que decidir entre ambos porque no me daban los tiempos. Igual -aclara- me ayudó mucho para el fútbol, más que nada en la marca y en la concentración». Su historia siguió en el Club Atlético Tostado, de Santa Fe, y el año pasado desembarcó en La Paternal, donde rápidamente se acopló a sus compañeros. «Al principio no me importaba mucho qué equipo fuera… Hoy quiero llegar a Primera acá», afirma.

Y mañana, ante Vélez, el volante tendrá uno de sus mayores desafíos desde que está en El Semillero del Mundo: será titular en Lanús, donde la Octava disputará la semifinal (desde las 9:00 hs). «Tenemos que estar tranquilos, siendo pacientes y sin desesperarnos para no entrar en crisis. Y tratar de ir a buscar la suerte, porque a la suerte se la busca», analiza.

Tuviste que dejar tu casa, tu familia, tus amigos… Todo con 13 años. ¿Te hizo madurar de golpe?
Un poco sí. Ya pasar de que te den todo a tener que manejarte solo… Por ejemplo, ordenar tu cuarto o limpiar. Allá se encargaba mi mamá, pero ahora tengo que ayudar a mis abuelos en muchas cosas, porque como viven cerca del CEFFA me quedo en su casa. Eso me ayudó a madurar.

¿Por momentos extrañás esa comodidad?
(Risas) Sí, pero mi papá siempre me dijo que tenía que aprender, porque el día que alguien no esté lo voy a tener que hacer yo. Al principio ellos estaban en duda de que venga, pero logramos llegar a un acuerdo.

¿Eso en algún punto forjó tu personalidad?
De chico me inculcaron muchas cosas para que pueda ser quien soy. Siempre me dijeron que si quería lograr un objetivo fuera a buscarlo y nunca mire lo que hay atrás o a los costados. Que me centre en eso.

¿Y en la cancha? ¿Tenés un temperamento fuerte?
Cuando la pelota quema, sí. La mayoría de los jugadores deben pensar lo mismo. Muchos son más tranquilos, pero este es mi estilo de juego.

¿Cómo es tu juego?
A la hora de defender soy el 5 más rústico, pero cuando tenemos la pelota distribuyo el juego hacia los laterales o hacia los delanteros para que tengan ocasiones de gol. No soy tanto de retar a mis compañeros, pero sí de ordenar y estar bien atento dentro de la cancha, dando ánimos… Siempre para adelante.

¿En qué posición te sentís más cómodo?
A mí me gusta la función que tiene el 5, más que nada porque siempre quiero tener la pelota y que el juego pase por mí. Me gusta organizar.

¿A qué jugador seguís?
Del fútbol extranjero me gusta mucho el estilo de juego de Sergio Busquets. Ahora, si tengo que elegir de acá, me quedo con Machín: me encanta cómo se rompe el corazón y el alma en las pelotas divididas. Me la paso viendo fútbol, de todos lados. La liga que más me gusta es la argentina, porque es la más competitiva.

Tus papás no pueden estar cada fin de semana. ¿Tus abuelos vienen a verte?
Mi abuela ya es grande y le cuesta, más en esta época del año que hace mucho frío. El que más me acompaña es mi abuelo, que es el que me lleva y me trae. Pero nunca se queda a mirar los partidos. Uno de mis sueños es que mis abuelos estén en la tribuna… El otro, llegar a Primera y que toda mi familia me esté mirando.

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